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Qué frágiles que somos muchas veces cuando vemos que eso que realmente queremos, se encuentra muy lejos de nosotros y se convierte en algo casi irrealizable.
Ni se te ocurra borrar esa sonrisa que tenés por más de que pase el tiempo, de que los días sigan sin cambios ni transformaciones, de que tengas que dejar todo en un lugar para ir hacia otro. Incluso si tenés que esperar sentada a ese hombre que no llega. Incluso si no te queda esperanza ni fé, incluso si sos protagonista de la tristeza, de la distancia o de la amargura. Si te persigue la bruma y no sabés para donde ir. Si las lágrimas
nacen desde tu interior y nunca terminan, si los
amigos están lejos, si te sentís sola, si cada palabra duele en el alma y sobran los motivos para no seguir de pie. No te detengas, no frenes, no pares. Incluso en la peor de las tormentas, nada es permanente. No hay errores que duren toda una vida ni tampoco hay una vida que dure sin errores. Siempre hay motivos que nos ayudan a seguir. Concientes o inconcientes tenemos nuestro desafío en mente y nada puede arruinarnos la ilusión. Para estar donde estamos hay que luchar, hay que enfrentar las metas y los problemas, hay que ser fieles a nosotros mismos y dejar de engañarnos. Si esto es lo que me pasa, si esto es lo que siento, lo voy a intentar. Y si fracaso, siempre hay otra oportunidad. Nadie dijo que sería fácil.