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Tenemos la maldita costumbre de darle demasiadas vueltas a la cosas. Siempre estamos pensando si hicimos algo peor o mejor, que habría pasado si. El miedo del futuro nos hace pensar demasiado en el pasado. No importa las vueltas que demos en la vida, si hemos estado arriba o abajo. Lo importante es lo que llevamos dentro, la felicidad de las pequeñas y grandes cosas, los sueños que aún no se cumplieron. El camino que nos ha llevado hasta este punto es solamente eso, un camino, y nuestra mirada siempre debe mirar hacia al frente. Lo mejor es vivir de lo que les dicta el corazón. Un aplauso, para los que duermen por el día, sueñan algunas noches. Para los que lloran en el cine si la escena es triste. Para todos aquellos que se lanzan a vivir aventuras, porque eso es la vida misma. Aprovechar cada segundo y tirar todos los relojes por la ventana. Gritar cuando te apetezca. Pasar de formalismos. A mi me importa más si sonries que si vas bien vestido. Un hurra para los que hacen lo que sienten, como lo sienten. Los que hacen cosas por los demás, los que viven intensamente si el de al lado es un poco más feliz. El mundo puede cambiar, y los colores existen si tú los pintas. Pasar de superficialidades y vivir, vivir de verdad. Un enhorabuena de mi parte si vives de esta manera. El amor está en todas partes, y la felicidad también. Todo cambia según el cristal con el que se mira, todos a ponernos cristales de colores. Si ves un atardecer, retrátalo en tus ojos, si descubres el mejor sabor del mundo, saboréalo, si vives un momento increíble, grábalo a fuego en tu corazón. Si algún día no encuentras lo que buscas, vuelve la mirada hacia el lugar donde nacen los sueños. O busca el mar, o el amor. O el sol, o la lluvia. Nos rodean cosas increíbles a las que no prestamos atención. Sueña, ríe, pero sobre todo VIVE.